Cuando regresó a casa, tras un día que había durado casi una década, tras poner su vida en juego en varias ocasiones, tras enfrentarse a todo tipo de monstruos, de peligros, de cantos de sirena, de hechizos, de inclemencias, tras luchar contra el paso del tiempo, contra la lógica, contra su propia mente, tras esquivar de milagro los dardos de los otros; cuando regresó a casa, tras todo eso, se echó a descansar.
Quedó profundamente dormido.
Cuando despertó, agitado por los gritos del despertador, comprobó que aquel día iba a durar nueve años, que tendría que enfrentar todo tipo de peligros, sobrevivir a múltiples amenazas, vencer a todo tipo de monstruos, superar con dignidad dardos envenenados, luchar a cara partida contra el tiempo, las dudas y las debilidades de la condición humana.
Nunca el descanso del héroe fue tan breve. Nunca fue tan estéril.