Se había resistido, había sacado un arma y había disparado a dos agentes, antes de ser abatido.
Ahora se echaba la mano al pulmón mientras por la boca borboteaba sangre.
- Comisario, enhorabuena... -pudo susurrar.
El comisario se le había acercado y ahora lo observaba, con más compasión que ira.
- ¿De verdad todo esto era necesario? ¿De verdad?
El asesino en serie más buscado de la historia del país, entonces, sonrió. Los dientes también estaban manchados de sangre.
- ¿Por qué lo hiciste?
De aquella sonrisa diabólica, en un momento, salieron dos palabras.
- Porque quise...
Fue lo último que dijo. El comisario se alejó, se encendió un cigarrillo y observó cómo levantaban el cadáver.